La emoción de ver mi libro por primera vez

Y mientras sostenía el libro, entendí que este sueño ya no me pertenecía solo a mí. Ahora le pertenece a cada niño que lo lea, a cada familia que lo comparta, a cada persona adulta que recuerde que los valores no tienen edad.

Elianafoodie

11/27/20251 min read

Hay momentos que uno cree que imagina… hasta que se vuelven realidad.
Eso sentí cuando tuve El Mundo de Danny entre mis manos por primera vez.

No fue solo recibir un libro impreso. Fue recibir años de dudas, paciencia, pausas, aprendizajes, búsquedas, voces que me guiaron, mujeres que me ayudaron, y una familia que siempre me sostuvo… todo convertido en papel.

Cuando lo vi, sentí un nudo suave en la garganta. No de tristeza, sino de esa mezcla entre alivio, orgullo y gratitud que uno no sabe explicar con palabras, pero que se siente en el pecho. Ese momento confirmó algo que siempre he intuido: los sueños no llegan cuando queremos, sino cuando estamos listos para sostenerlos.

Ver las ilustraciones terminadas, las páginas acomodadas, los colores, los personajes, el mundo que imaginé… fue como ver una versión de mí misma que llevaba años esperando salir.
Y ahí estaba: concreto, hermoso, real.

Pensé en todo:
En los correos enviados sin respuesta.
En las pausas obligadas por trabajo.
En los cambios de rumbo.
En los consejos que aparecían justo cuando los necesitaba.
En mi hermana dibujando a mano.
En las profesionales que me acompañaron.
En las veces que quise rendirme y no pude, porque este proyecto late solo.

Éste no es solo un libro infantil.
Es un puente: entre valores, entre familia, entre la comida y las palabras, entre mi niña interior y la mujer que hoy escribe.

Y mientras sostenía el libro, entendí que este sueño ya no me pertenecía solo a mí.
Ahora le pertenece a cada niño que lo lea, a cada familia que lo comparta, a cada persona adulta que recuerde que los valores no tienen edad.

Hoy, más que emoción, siento gratitud. Por el proceso. Por las manos que me ayudaron.
Por la paciencia que tuve que aprender y por haber llegado hasta aquí, sin afán, como se cocinan las cosas importantes: a fuego lento.

Este es solo el comienzo. Con amor infinito.